En el libro Magníficos Rebeldes, Andrea Wulf explora, con su característica exhaustividad, las vidas y relaciones de los integrantes del Círculo de Jena durante finales del siglo XVIII y principios del XIX.
El Círculo de Jena estuvo formado por un grupo de influyentes pensadores, escritores y filósofos que se reunían en la ciudad universitaria del mismo nombre, que gozaba de una inusitada libertad en la Europa de la época, en parte gracias a la fragmentación del Sacro Imperio Romano Germánico y a particularidades de la administración del Ducado de Sajonia-Weimar. En esta ciudad, y particularmente en la Universidad de Jena, coincidieron algunas de las figuras clave del idealismo alemán, como Friedrich Schiller, Johann Wolfgang von Goethe, Friedrich Schelling y Johann Gottlieb Fichte, así como los hermanos Schlegel y sus parejas, Novalis, y Tieck.
Wulf destaca además a Caroline Schlegel-Schelling como figura central del movimiento romántico, cuyos salones, donde se reunían escritores, filósofos y artistas, se hicieron famosos por el intercambio de ideas y la inspiración creativa.
La tesis de Wulf en Magníficos Rebeldes es que, durante un breve pero convulsionado y prolífico período de alrededor de doce años, en Jena, tuvo lugar el surgimiento de la comprensión moderna del yo y de la libertad. Lo anterior nos recuerda la tesis de Wulf en La invención de la naturaleza, donde la autora da cuenta de la manera en que la forma de comprender la naturaleza, ideada por Alexander Von Humboldt, predomina en nuestra manera de entender la misma hasta el día de hoy.
Sea que durante el primer romanticismo alemán haya surgido la comprensión moderna del yo, o no –y que sus raíces puedan encontrarse con anterioridad–, lo cierto es que en Magníficos Rebeldes la autora explica de qué manera el Círculo de Jena contribuyó significativamente a que las ideas sobre individualidad, la experiencia subjetiva y la relación entre la naturaleza y la conciencia humana fueran influyentes, sentando las bases de movimientos filosóficos posteriores en la cultura occidental.
El relato da cuenta además de las amistades, celos, amoríos y rencillas personales entre los integrantes del primer romanticismo alemán, en una pequeña ciudad amurallada que se podía cruzar a pie en alrededor de diez minutos, y en donde Goethe pareciera ser quien puso la cuota de razón y autoridad entre las distintas personalidades de los habitantes de la ciudad universitaria.
Contemporáneas al movimiento ilustrado, y aun cuando el idealismo alemán se oponía a la tradición excesivamente racionalista y neoclásica, las ideas del Círculo de Jena no pueden ser del todo entendidas sin referirse a la influencia de la revolución francesa y de las guerras napoleónicas. Mientras que las ideas ilustradas respecto de las libertades individuales y la búsqueda del conocimiento influyeron en el énfasis que el romanticismo otorgaba a la experiencia subjetiva del individuo y la exploración de su yo interior, el romanticismo contribuyó, a su vez, al desarrollo de la identidad nacional y el patrimonio cultural alemanes, enraizados en la historia, la lengua y el folclore del pueblo alemán, un sentimiento que cobró fuerza tras las guerras napoleónicas y contribuyó a la posterior unificación alemana.