16/5/2024

Esta columna tiene una particularidad, pues intentará a toda costa no hablar sobre derecho. Sin embargo, esta promesa podría dificultarse porque se hablará de una película que incluye un juicio. Veremos cómo nos va.

No por nada “Anatomía de una caída” (dirigida por Justine Triet y estrenada el 2023) ha sido tan aclamada por la crítica. Aquí trataré de destacar los puntos que para esta humilde espectadora, fueron los más notables, o como diríamos en Chile "nos han dejado marcando ocupado". Pero aquí hago una advertencia: si prefiere ver la película sin "spoilers", sugiero dejar de leer en este instante, y, si por el contrario no le molesta o ya tuvo el gusto de verla, continuemos. La historia de esta película parte de un dato interesante: sus guionistas la prepararon en plena pandemia. Quizás a partir de aquello se explica la tensión palpable de la trama.

De entrada, nos encontramos con una familia compuesta por tres personas y un perro. La madre es una exitosa escritora, que vive junto a su hijo y su marido. Su hijo ha sufrido un accidente años atrás y perdió casi completamente su visión, por eso vive con su perro de asistencia. Y luego está el marido, que al inicio de la película ha caído desde la parte superior de su casa y ha muerto. De esta forma, los espectadores se preguntarán la misma pregunta que hacen los policías o los abogados en el largometraje: ¿cómo murió? y ¿ha cometido suicidio, se ha caído o lo han matado? Estas preguntas son resueltas en la película, pero será más interesante si lo descubren por su parte.

Entre las cuestiones más llamativas de esta película, puedo comentar dos cosas. La principal -y diría, la más ilustrativa- tiene que ver con los sesgos de género con los que se trata a la protagonista. En particular, como les contaba antes, en aquella casa vivían tres personas y al momento en que su marido fallece, ella también se encontraba en casa. Por esa razón se comienza a investigar un posible homicidio. Como sabemos, en los juicios de todo tipo se intenta buscar la verdad. Pero la verdad no siempre es fácil de probar.

Dentro de las cuestiones que busca el abogado perteneciente a la Fiscalía, es un motivo que hubiera tenido la madre para matar a su marido. Por ello, más que partir de la base de que esto ha sido un accidente, le resulta más sencillo culpar a aquella mujer que se encontraba en casa con su marido. Sin embargo, se ven algunos sesgos de género en las formas en que se va dirigiendo esta investigación, al culparla por ser una mujer exitosa que quizás hasta habría plagiado ideas de su fallecido cónyuge, y en las declaraciones del psicólogo del marido, que la culpaban por su depresión. No solo se insinúa que ella lo habría matado, sino que la muestran como una mujer fuerte y exitosa que no le interesaría el bienestar de su familia e incluso que sería una madre más distante de su hijo en comparación a su padre. Llegan incluso a hablar de su bisexualidad para sumar motivos a su culpabilidad.

Por eso, creo que sería importante preguntarnos ¿se harían las mismas alegaciones si el imputado fuera un hombre? El sesgo se presenta porque no necesariamente una mujer que sea fuerte y exitosa profesionalmente querrá matar a su marido. Y también se termina notando que las etiquetas como que pudiera ser “mala madre” o “mujer fuerte” pudieran determinar que ella tuviera más posibilidades de cometer un asesinato, cuando de nuevo, aquello no tiene por qué indicar que ella pudiera matar a alguien. Este sesgo da cuenta que las mujeres son vistas más como víctimas y si es que la mujer no se muestra frágil o indefensa, más culpable pareciera ante los ojos de una sociedad patriarcal.

Lo segundo que me llamó positivamente la atención, fue la forma en que toman en cuenta la autonomía e independencia del hijo dentro del proceso judicial. Este niño que no solo ha perdido un padre, sino que se encuentra bajo la amenaza de perder a su madre si es que ella va a la cárcel, es apoyado por una funcionaria especial, que no solo permitirá que su testimonio sea imparcial, sino que vela porque su interés sea resguardado. La forma en la que el niño forma parte esencial de la película es porque lo vemos como una persona capaz de tomar sus propias decisiones y no como un mero espectador de lo que ocurre en su vida y su familia.

Estas breves líneas son reflexiones que no terminan de hacer justicia a este espectacular largometraje, que nos muestra una realidad importante para no hacer vista gorda y notar aquellos sesgos en el sistema.  Pues bien, pese a contar con dos horas y media de duración, se hace breve, sintética y hace que uno se sienta parte de cuestiones profundas que aquejan a muchas relaciones de pareja. Y, por último, se debe también apreciar una actuación de primer nivel de todos sus personajes. Les invito a verla cuanto antes puedan.

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