Hace ya algún tiempo se habla del concepto del “Internet de las Cosas” o IoT, por sus siglas en inglés Internet of Things. En palabras simples, se trata de hacer que los dispositivos tengan conexión a internet y puedan hablar entre sí, en un ambiente de interoperabilidad, simplificando de esta forma los procesos o automatizando acciones. Es algo que ya se está implementando en buena parte de los países desarrollados y que a futuro nos afectará tanto en nuestro hogar como en nuestro lugar de trabajo.Hace años contamos con ejemplos básicos de IoT, como la empresa Nest, adquirida por Google, que hace dispositivos inteligentes para el hogar, como termostatos, alarmas de humo y cámaras de seguridad, entre otras cosas, todas conectadas entre sí en un pequeño ecosistema hogareño que puedes controlar desde tu computador o celular. Si quieres la casa a cierta temperatura, le avisas para que lo haga saliendo desde tu lugar de trabajo a través de una app dedicada; si hay una emergencia, por ejemplo un incendio, la notificación llega a tu celular; incluso puedes ver las cámaras de tu casa desde otro lugar del mundo. Otro ejemplo que ha tenido más penetración aún en el mercado chileno, gracias a la importación por parte de Maconline, son las ampolletas Hue de Phillips, donde puedes controlar la ganancia lumínica, colores, horarios y alertas de las luces de tu hogar y/u oficina.¿Cuál es el futuro del IoT?Empresas de la talla de Apple y Samsung se encuentran desarrollando ecosistemas robustos para el hogar. En el caso de la empresa de la manzanita, a través de su programa HomeKit, que permite conectar algunos dispositivos inteligentes a su sistema operativo y ser controlados, por ejemplo, a través de Siri, su asistente de voz. Distinto es el caso de Samsung, que al contar con una gama de productos para el hogar mucho más amplia, esperan de aquí al 2018 contar con un catálogo 90% IoT Ready. La lavadora, las luces, la aspiradora, el computador, la cocina, el horno, el televisor, lo que se te ocurra, todo interconectado, siendo parte de un gran proceso de automatización. Por dar un ejemplo: Si un show de TV empieza a las 20:00 (aunque la viabilidad comercial de este tipo de programación lineal es cada vez menor), el televisor sabe que debe prenderse a ese horario y en ese canal, apagar las luces del living, bajar las cortinas y prender la lavadora; y, ¿se te olvido cerrar el auto? desde tu reloj inteligente pones la alarma, por dar un ejemplo de automatización domótica, que es posible al día de hoy, pero que aún no se encuentra al alcance de todos, principalmente por el elevado precio de estos aparatos.Ciudades inteligentes, privacidad y peligrosYa existen conceptos de ciudades hiperconectadas, donde los semáforos, edificios, luces, plazas, y todo lo que se te ocurra está conectado. El primer problema que nos surge es el tema de la privacidad. Ya vimos, en el bullado FBI v. Apple, que los gobiernos y agencias de seguridad tienen la capacidad e incentivos de entrar donde quieran. Sin importar cuán encriptados y asegurados sean los sistemas, Internet es una puerta de entrada a tu casa, y entre más dispositivos, más expuesta está tu privacidad. El peor miedo viene de la mano de personas que no forman parte de agencias gubernamentales: los hackers de sombrero negro, sólo dispuestos a hacer daño por entretención o deporte, han demostrado que al día de hoy, son capaces de entrar en estos aparatos y generar caos. De momento son actos “sutiles”, que no suponen gran riesgo, pero cuando nuestra vida dependa más y más del IoT, el principal desafío es innovar no sólo en la comodidad, sino también en la seguridad. Y es que todos estos dispositivos están recolectando constantemente información sobre nosotros.Es en esta área, donde las autoridades, principalmente en Europa y Estados Unidos, a través de distintas agencias, han delineado lo que a futuro podría ser la legislación sobre el IoT. Entre algunos aspectos a considerar de esta naciente actividad regulatoria, destacan los siguientes:> Borrar la información “cruda” cuan pronto el usuario decida dejar de usar o desconectar uno de estos aparatos.> Habilitar el empoderamiento y control del usuario para desconectar los dispositivos y tener acceso a los datos recogidos de forma amigable y entendible.> Consentimiento del uso de sus datos de forma explícita e informada, otorgando a los usuarios tener la opción de no estar de acuerdo con las condiciones de uso.> Informar a los usuarios acerca del tipo de datos recolectados y cómo éstos van a ser procesados y combinados.> Asegurar el acceso y habilitación de exportación de datos.> Entregar herramientas que aseguren la notificación de vulnerabilidades del sistema que se vayan descubriendo.Estos seis puntos básicos, entre otros, son las principales sugerencias que se han hecho en materia de regulación respecto al IoT. Más pronto que tarde estas tecnologías estarán al alcance de más y más gente. Es ahí donde será imprescindible la participación activa para velar por una normativa coherente a los tiempos y que asegure la privacidad y seguridad de los usuarios frente a hechos maliciosos llevados a cabo por terceros, como también para proteger a la gente de términos y condiciones poco claras y/o incompletas que tiendan a extender la recolección no consentida de datos de los usuarios por parte de las empresas proveedoras.Cabe recordar que estos cambios normativos recién se están discutiendo en los países más desarrollados; en Chile el IoT todavía está lejos de encontrarse en las agendas regulatorias. Tanto en la regulación de las telecomunicaciones como respecto de la protección de datos personales actualmente existe un gran vacío frente a los dispositivos “inteligentes” y la posibilidad de hacer recolectar datos de los usuarios y su comportamiento a través de éstos. Expertos en la materia recomiendan comenzar a discutir estos temas prontamente, pues mientras más dispositivos de IoT haya, mayor es la dificultad de implementar protocolos de seguridad para éstos.Fuentes: Enlace 1, enlace 2 y 3.
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