Para casi todas las personas, sus teléfonos celulares se han convertido en una herramienta tecnológica cotidiana y de uso prácticamente constante, ya sea para fines de comunicarse, entretenerse, informarse o trabajar. Tal importancia y frecuencia del uso de los teléfonos móviles obviamente no está limitada a las fronteras del país de origen. Al viajar, ya sea para fines personales o laborales, se lleva el teléfono y se pretende continuar el uso normal de éste. Ello, sin embargo, actualmente se ve dificultado por las tarifas de roaming que cobran las empresas de telefonía, que con frecuencia son bastante altas.Esta situación se explicaría por la complejidad del servicio de roaming, que envuelve muchos componentes que pueden incidir en el precio final. Así, las diferencias entre las condiciones de mercado de los distintos países pueden determinar costos más altos. A lo que se agrega la existencia de barreras estructurales, como la doble tributación -la que incrementa los precios al por menor- y la necesidad de emplear gateways internacionales, sistemas a través de los que se realizan y reciben llamadas internacionales, sobre todo, en aquellos casos en los que los tránsitos internaciones no están liberalizados, y por lo mismo su costo representa un parte significativa de los costos totales del servicio.Sin perjuicio de lo anterior, las tarifas de roaming -altas- provocan que muchas personas restrinjan a lo absolutamente esencial el uso de sus celulares en el extranjero, o simplemente no los usen, lo que significa una limitación a su conectividad y posibilidades de comunicarse y entretenerse, entre otras.Entendiendo dicho problema, en el año 2015, y sobre la base de una propuesta de la Comisión Europea y el Parlamento Europeo, se propuso volver a regular la materia para alcanzar el fin del roaming. Así se eliminarían los recargos por itinerancia de datos que las operadoras móviles cobran a sus clientes cuando se desplazan a un país distinto al del registrado en la SIM de sus celulares. Entonces, los clientes podrían mantener las tarifas de su país de origen independientemente del lugar al que viajen dentro de la Unión Europea. En el recién pasado mes de septiembre la Comisión dio a conocer la fecha límite para concretar la meta: durante el primer semestre del 2017 se daría por terminado el roaming en Europa tras años de debates en la materia, y un infructuoso intento de eliminarlo ya en el año 2007. En el mismo contexto, el presidente colombiano Juan Manuel Santos anunció en Chile, durante la III Cumbre Empresarial de la Alianza del Pacífico, que hay un proyecto para que las llamadas entre los cuatro países que integran el pacto (México, Colombia, Perú y Chile) no tengan tarifa internacional.Para concretar el fin del roaming en América del Sur, un gran primer paso sería el propuesto por la Alianza, ya que no es un proceso que se logre de un día para otro (baste recordar que en Europa la fecha de vigencia se ha pospuesto en dos oportunidades). Se necesita aunar fuerzas entre los operadores de telefonía móvil y las instituciones gubernamentales de los países competentes en la materia. No basta acordar el cese del cobro, sino que también se requiere un compromiso en materias de financiamiento de lo que conlleva el cambio, puesto que es necesario invertir en infraestructura que sea capaz de soportar el aumento de tráfico que implicaría.En la era de la sociedad de la información y la comunicación, mantener las fronteras que obstaculizan el tráfico de datos es un ejercicio que perjudica a gobiernos, empresas y ciudadanos. Europa está en busca de fórmulas para garantizar que el fin de los sobreprecios en la telefonía móvil, llegue en la fecha prevista. Un desafío similar podría asumir América Latina y así mediante colaboraciones público-privadas lograr implementar de forma paulatina el libre tránsito en materia de telefonía y datos móviles.Puedes revisar aquí los links de referencia: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 y 8
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