En nuestra última sesión de Formación Continua nos visitó el señor Javier Tapia, Ministro del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, y experto en temas de libre competencia y compliance. En una entretenida conversación discutimos sobre el compliance en libre competencia y sus potenciales desarrollos en América Latina. Luego de mostrarnos las razones por las que en América Latina existen condiciones estructurales que favorecerían la proliferación de carteles, y desnudar las falencias del foco tradicional para combatirlos, fundado en la fiscalización pública y la multa, el señor Tapia nos invitó a pensar de manera novedosa, tomando los procesos nacidos de la cultura del compliance como una mejor forma de erradicar este tipo de iícitos.La conversación derivó rápidamente a los avances de la cultura del compliance en el mundo y su reconocimiento por las autoridades de la Libre Competencia de otros países. Luego de ello discutimos sobre el compliance 2.0, que supone una gestión real y efectiva de los riesgos de incumplimiento normativo, ya no como una asesoría externa sino que esencialmente como un fin de la firma. Pero no solo las firmas son relevantes, el Estado debe incentivar la creación de estos modelos de prevención y la comunidad debe reconocer en estos modelos una verdadera fuente de solución de conflictos sociales.De todas las instancias de gestión sobre las que conversamos, sin duda la más comentada fue la del compliance officer. Para Javier la creación de una figura interna independiente, con llegada directa al Directorio y con medios suficientes para realizar la labor de prevención es fundamental para que los compliances pasen del papel a la realidad. Sobre este asunto se produjo una interesante discusión, en particular sobre los límites de su labor, su ubicación en el organigrama interno, cuáles deberían ser sus conocimientos en libre competencia, y su relación con los asesores externos, entre otros matices que hacen de esta figura una tan importante para el éxito de un compliance al interior de cualquier empresa. Una cosa quedó clara: tener un compliance officer será en el futuro cercano una necesidad de toda empresa, no sólo un lujo de las más grandes.
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